domingo, 26 de agosto de 2012

Trabajadores inmigrantes.


¿Por qué la gente cruza ilegalmente las fronteras buscando trabajo?
            ¿No muestra eso que   USA o la CE tienen mejores economías que otros lugares como Méjico o Marruecos?
            ¿Acaso no tienen el derecho de defenderse de los intrusos?
            Esto no tiene sentido. Todo es la misma economía. Mercancías, trabajos y beneficios fluyen sin esfuerzo a través de las fronteras que solo existen para los seres humanos, solo con el fin de explotarlos mejor.
            No solo las fronteras, sino las naciones en si mismas son construcciones arbitrarias, igual que la etiqueta “inmigrante ilegal”, junto, todo esto sirve para legitimizar la segregación de la fuerza de trabajo en castas. Pero para llegar al fondo de todo esto tenemos que empezar hace un par de siglos.
            Cuando los conquistadores salieron a navegar, su primera prioridad era obtener recursos con los que ganar la partida de las luchas de poder de vuelta a casa. Donde quiera que encontraron sociedades jerárquicas, depusieron a la clase gobernante local para ponerse ellos en su lugar, donde fuera que los locales fueran difíciles de gobernar los desplazaron o masacraron. Las partes del planeta que eran ricas en biodiversidad – los trópicos y las selvas lluviosas -  fueron tratados como cofres del tesoro esperando para ser saqueados, hasta nuestros días, estas partes del planeta permanecen como las más pobres y las más explotadas. Regiones más frías con menos para saquear, como Norteamérica, terminaron recibiendo el exceso de población de Europa. Eventualmente se convirtieron en naciones ricas ellas mismas porque la riqueza permaneció allí en vez de ser mandada a Europa, esto es incluso verdad para Australia que empezó como colonia prisión. Cuando los imperios de los colonizadores originales empezaron a caerse a pedazos, estos nuevos poderosos estuvieron perfectamente posicionados para tomar su lugar.
            Así que la historia de los extranjeros viniendo a consumir los recursos locales y llevarse el dinero fuera de la economía es una proyección: eso es exactamente lo que los colonizadores hicimos con los lugares de origen de los trabajadores inmigrantes durante siglos.  Cada vez que un corporación abre una sucursal en otro país y manda los beneficios a casa, el mismo proceso de explotación que ocurre entre el patrón y el trabajador se repite entre naciones. El fondo monetario internacional y el Banco Mundial pueden forzar “programas de ajustes estructurales” en los llamados países en vías de desarrollo, en devolución por los prestamos que han tenido que pedir precisamente porque estos países han sido explotados durante tantísimo tiempo.
            El trabajo emigrante es un inevitable resultado de este injusto “desarrollo”, y no es precisamente un fenómeno nuevo. En los USA, por ejemplo, se trajeron trabajadores inmigrantes, después de la abolición de la esclavitud, para mantener la industria del algodón y construir los trenes transcontinentales. Leyes racistas les negaban la nacionalidad y derechos para la posesiona de tierra y eventualmente expulsaron a decenas de miles de ellos, pero fueron reemplazados rápidamente por trabajadores mejicanos.
            El siguiente siglo ha visto oleadas alternativas de inmigración y expulsión de trabajadores, que se trajeron como trabajadores baratos durante las dos guerras mundiales y luego expulsados durante las subsecuentes recesiones económicas. Los controles de fronteras fueron inicialmente responsabilidad del ministerio de trabajo como medio de controlar los excedentes de trabajadores. Incluso cuando las regulaciones gubernamentales se suponía que protegían a los inmigrantes, los patronos podían esquivar las leyes para recortar costes y los inmigrantes se pueden consentir por las necesidades económicas.
            En los años ochenta el colapso de la economía mejicana forzó a los pequeños propietarios de tierra a vender sus propiedades y buscarse otro empleo; las maquiladoras aparecieron en el norte del país para aprovecharse del trabajo barato y evitar las regulaciones laborales y medioambientales de los países consumidores.  Una década después, los mismos factores hicieron crecer estas factorías en el sudeste asiático, haciendo que los trabadores mejicanos tuvieran que ir más al norte a las granjas y mataderos de su rico vecino. Hoy también los asiáticos trabajan como emigrantes, muchos de ellos en regiones ricas más recientes, como la península Arábiga.
            Permitir a los trabajadores entrar en una nación solo para trabajar, prohibiéndoles quedarse después o traer a sus familias con ellos es una manera de exprimirlos al máximo en el trabajo a un coste mínimo. Incluso si los trabajadores se llevan de vuelta a su casa los beneficios después de sobrevivir, los patronos todavía se benefician de su trabajo más de lo que podrían hacer de los trabajadores locales, y los gobiernos no tienen que pagar escuelas o servicios sociales para sus padres e hijos. Lo mismo ocurre con el tiempo de labor, en el que los patronos solo pagan por las horas de trabajo que necesitan sin tener que dar otra compensación a los obreros o ocuparse de su vida fuera del trabajo. Los inmigrantes indocumentados que tienen que trabajar en negro están ya haciendo realidad el sueño de los capitalistas de un mercado desregulado. Así que aquellos cuyos lugares de origen fueron saqueados por los colonizadores tienen luego que llegar por si mismos a la puerta de sus colonizadores para volver a ser explotados más a fondo. Los no ciudadanos, “ilegales” o no, son trabajadores especialmente vulnerables incluso cuando no proceden de naciones saqueadas. No tienen la protección “garantizada” de los ciudadanos; si tratan de organizarse son despedidos inmediatamente, incluso deportados.
            Consecuentemente, a menudo son usados para romper huelgas y sindicatos, lo que contribuye a crear divisiones racistas de la fuerza de trabajo.
            Las multas a los patronos por emplear inmigrantes sin papeles solo hace que bajen los sueldos para estos – desde el punto de vista del patrono, el riesgo solo vale la pena si reduce costes – mientras estos trabajadores necesitan el trabajo prácticamente a cualquier precio. De la misma manera, los esfuerzos en las fronteras solo los mantienen fuera en la misma medida que los atrapan dentro: si necesitan trabajar, encontraran una forma de cruzar la frontera, pero sin esperanza de volver fácilmente a casa. Eso crea una población marginada permanente dentro de los países ricos que no va a ser necesario atraerlos a través de la frontera para ofertas de trabajo específicas. Hoy, solo en los USA existen doce millones de trabajadores “ilegales” que han vivido allí la mayor parte de sus vidas.
            El reverso de la inmigración es la deslocalizacion, en el que es el trabajo en si mismo el que emigra y los trabajadores se quedan donde están. Gracias a las nuevas tecnologías, las corporaciones ya no tienen que ir al tercer mundo para saquearlo, ni atraer sus trabajadores aquí, pueden emplearlos a precios irrisorios allí donde estén.
            Hoy, a medida que las gentes de los distintos países se entremezclan cada vez más, la economía mundial se esta dividiendo en zonas de privilegio que no se concretan a través de líneas espaciales sino a través de líneas de identidad. Algunas de estas están codificadas en las leyes y se hacen cumplir con la documentación, otras son impuestas principalmente por las estructuras económicas o sociales. En este contexto, la nacionalidad suplementa el sistema de clases con el anticuado sistema de castas, restringiendo legalmente los derechos y movimientos de los trabajadores inmigrantes pobres a menos a menos que se casen con alguien de la casta superior.
            Esa es una de las muchas maneras en las que la fuerza de trabajo a sido fragmentada con el fin de maximizar su vulnerabilidad a la explotación.

            Conquista, saquea y emplea a los supervivientes a precios de saldo.

         Después de dos horas paramos en un cañón lateral para curar alguna de las heridas de la chica. ¿Cuántos años tienes le preguntamos?
            Quince. Viví en Oregon desde que tenia dos.¿que voy a hacer en Méjico? Nunca he vivido allí. No tengo ninguna familia allí. No he podido ponerme en contacto con mis padres desde que me deportaron. Solo puedo seguir intentándolo hasta que lo consiga.
            Han estado perdidos durante cuatro días y cuatro noches, el salvadoreño tenía un teléfono móvil, que no funcionaba en los USA. Estaba lleno de fotos de sitios en los que habían estado y cosas que habían  visto.”Mira estas montañas” me urgió “las hemos cruzado, eran muy hermosas, pensamos que seguramente íbamos  a morir”
            Mientras se iban recuperando me pregunto cuanto me costaba llenar el deposito de mi furgoneta. Le dije que normalmente eran unos setenta y cinco dólares.
            ¿Setenta y cinco dólares?
            Si, respondí, asumiendo que pensaría que era muy caro. ¿Cuánto costaría en El Salvador?
            Ciento cincuenta, quizá doscientos.
            ¿Doscientos?¿dólares?¡joder!¿cuanto os pagan la hora allí?
            “Estaba ganando ocho dólares al día en la construcción cuando me fui”
            Cogí un lápiz e hice algunas cuentas, después de largos cálculos determinamos tres cosas:
1-      Ciento cincuenta o doscientos dólares por deposito representan sobre veinte días de trabajo a ocho dólares el día.
2-      Yo gano normalmente sobre quince dólares la hora, que es sobre ciento veinte dólares al día.
3-      Esto significa que un depósito de gasolina  de ciento cincuenta dólares para un salvadoreño era tan difícil de pagar como un depósito de veinticinco mil dólares lo seria para mí.
            “Ese es el problema” dije
            “Un problema muy serio” asintió.”Unieron nuestra moneda al dólar, y todo se volvió increíblemente caro. Es imposible vivir allí ahora mismo”
            Me llamo una semana después desde la casa de su primo en Utha, habían conseguido salir del desierto.

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