¿Por qué la gente cruza ilegalmente las fronteras buscando
trabajo?
¿No muestra
eso que USA o la CE tienen mejores economías que
otros lugares como Méjico o Marruecos?
¿Acaso no
tienen el derecho de defenderse de los intrusos?
Esto no
tiene sentido. Todo es la misma economía. Mercancías, trabajos y beneficios
fluyen sin esfuerzo a través de las fronteras que solo existen para los seres
humanos, solo con el fin de explotarlos mejor.
No solo las
fronteras, sino las naciones en si mismas son construcciones arbitrarias, igual
que la etiqueta “inmigrante ilegal”, junto, todo esto sirve para legitimizar la
segregación de la fuerza de trabajo en castas. Pero para llegar al fondo de
todo esto tenemos que empezar hace un par de siglos.
Cuando los
conquistadores salieron a navegar, su primera prioridad era obtener recursos
con los que ganar la partida de las luchas de poder de vuelta a casa. Donde
quiera que encontraron sociedades jerárquicas, depusieron a la clase gobernante
local para ponerse ellos en su lugar, donde fuera que los locales fueran
difíciles de gobernar los desplazaron o masacraron. Las partes del planeta que
eran ricas en biodiversidad – los trópicos y las selvas lluviosas - fueron tratados como cofres del tesoro
esperando para ser saqueados, hasta nuestros días, estas partes del planeta
permanecen como las más pobres y las más explotadas. Regiones más frías con menos
para saquear, como Norteamérica, terminaron recibiendo el exceso de población
de Europa. Eventualmente se convirtieron en naciones ricas ellas mismas porque
la riqueza permaneció allí en vez de ser mandada a Europa, esto es incluso
verdad para Australia que empezó como colonia prisión. Cuando los imperios de
los colonizadores originales empezaron a caerse a pedazos, estos nuevos
poderosos estuvieron perfectamente posicionados para tomar su lugar.
Así que la
historia de los extranjeros viniendo a consumir los recursos locales y llevarse
el dinero fuera de la economía es una proyección: eso es exactamente lo que los
colonizadores hicimos con los lugares de origen de los trabajadores inmigrantes
durante siglos. Cada vez que un
corporación abre una sucursal en otro país y manda los beneficios a casa, el
mismo proceso de explotación que ocurre entre el patrón y el trabajador se
repite entre naciones. El fondo monetario internacional y el Banco Mundial
pueden forzar “programas de ajustes estructurales” en los llamados países en vías
de desarrollo, en devolución por los prestamos que han tenido que pedir
precisamente porque estos países han sido explotados durante tantísimo tiempo.
El trabajo emigrante
es un inevitable resultado de este injusto “desarrollo”, y no es precisamente
un fenómeno nuevo. En los USA, por ejemplo, se trajeron trabajadores inmigrantes,
después de la abolición de la esclavitud, para mantener la industria del
algodón y construir los trenes transcontinentales. Leyes racistas les negaban
la nacionalidad y derechos para la posesiona de tierra y eventualmente
expulsaron a decenas de miles de ellos, pero fueron reemplazados rápidamente
por trabajadores mejicanos.
El
siguiente siglo ha visto oleadas alternativas de inmigración y expulsión de
trabajadores, que se trajeron como trabajadores baratos durante las dos guerras
mundiales y luego expulsados durante las subsecuentes recesiones económicas.
Los controles de fronteras fueron inicialmente responsabilidad del ministerio
de trabajo como medio de controlar los excedentes de trabajadores. Incluso
cuando las regulaciones gubernamentales se suponía que protegían a los
inmigrantes, los patronos podían esquivar las leyes para recortar costes y los
inmigrantes se pueden consentir por las necesidades económicas.
En los años
ochenta el colapso de la economía mejicana forzó a los pequeños propietarios de
tierra a vender sus propiedades y buscarse otro empleo; las maquiladoras
aparecieron en el norte del país para aprovecharse del trabajo barato y evitar
las regulaciones laborales y medioambientales de los países consumidores. Una década después, los mismos factores
hicieron crecer estas factorías en el sudeste asiático, haciendo que los
trabadores mejicanos tuvieran que ir más al norte a las granjas y mataderos de
su rico vecino. Hoy también los asiáticos trabajan como emigrantes, muchos de
ellos en regiones ricas más recientes, como la península Arábiga.
Permitir a
los trabajadores entrar en una nación solo para trabajar, prohibiéndoles quedarse
después o traer a sus familias con ellos es una manera de exprimirlos al máximo
en el trabajo a un coste mínimo. Incluso si los trabajadores se llevan de
vuelta a su casa los beneficios después de sobrevivir, los patronos todavía se
benefician de su trabajo más de lo que podrían hacer de los trabajadores
locales, y los gobiernos no tienen que pagar escuelas o servicios sociales para
sus padres e hijos. Lo mismo ocurre con el tiempo de labor, en el que los
patronos solo pagan por las horas de trabajo que necesitan sin tener que dar
otra compensación a los obreros o ocuparse de su vida fuera del trabajo. Los
inmigrantes indocumentados que tienen que trabajar en negro están ya haciendo
realidad el sueño de los capitalistas de un mercado desregulado. Así que
aquellos cuyos lugares de origen fueron saqueados por los colonizadores tienen
luego que llegar por si mismos a la puerta de sus colonizadores para volver a
ser explotados más a fondo. Los no ciudadanos, “ilegales” o no, son
trabajadores especialmente vulnerables incluso cuando no proceden de naciones
saqueadas. No tienen la protección “garantizada” de los ciudadanos; si tratan
de organizarse son despedidos inmediatamente, incluso deportados.
Consecuentemente,
a menudo son usados para romper huelgas y sindicatos, lo que contribuye a crear
divisiones racistas de la fuerza de trabajo.
Las multas
a los patronos por emplear inmigrantes sin papeles solo hace que bajen los
sueldos para estos – desde el punto de vista del patrono, el riesgo solo vale
la pena si reduce costes – mientras estos trabajadores necesitan el trabajo
prácticamente a cualquier precio. De la misma manera, los esfuerzos en las
fronteras solo los mantienen fuera en la misma medida que los atrapan dentro:
si necesitan trabajar, encontraran una forma de cruzar la frontera, pero sin
esperanza de volver fácilmente a casa. Eso crea una población marginada
permanente dentro de los países ricos que no va a ser necesario atraerlos a través
de la frontera para ofertas de trabajo específicas. Hoy, solo en los USA
existen doce millones de trabajadores “ilegales” que han vivido allí la mayor
parte de sus vidas.
El reverso
de la inmigración es la deslocalizacion, en el que es el trabajo en si mismo el
que emigra y los trabajadores se quedan donde están. Gracias a las nuevas
tecnologías, las corporaciones ya no tienen que ir al tercer mundo para
saquearlo, ni atraer sus trabajadores aquí, pueden emplearlos a precios
irrisorios allí donde estén.
Hoy, a
medida que las gentes de los distintos países se entremezclan cada vez más, la
economía mundial se esta dividiendo en zonas
de privilegio que no se concretan a través de líneas espaciales sino a
través de líneas de identidad. Algunas de estas están codificadas en las leyes
y se hacen cumplir con la documentación, otras son impuestas principalmente por
las estructuras económicas o sociales. En este contexto, la nacionalidad
suplementa el sistema de clases con el anticuado sistema de castas,
restringiendo legalmente los derechos y movimientos de los trabajadores
inmigrantes pobres a menos a menos que se casen con alguien de la casta
superior.
Esa es una
de las muchas maneras en las que la fuerza de trabajo a sido fragmentada con el
fin de maximizar su vulnerabilidad a la explotación.
Conquista,
saquea y emplea a los supervivientes a precios de saldo.
Después de dos horas paramos en un cañón
lateral para curar alguna de las heridas de la chica. ¿Cuántos años tienes le
preguntamos?
Quince. Viví en Oregon desde que
tenia dos.¿que voy a hacer en Méjico? Nunca he vivido allí. No tengo ninguna
familia allí. No he podido ponerme en contacto con mis padres desde que me
deportaron. Solo puedo seguir intentándolo hasta que lo consiga.
Han estado perdidos durante cuatro
días y cuatro noches, el salvadoreño tenía un teléfono móvil, que no funcionaba
en los USA. Estaba lleno de fotos de sitios en los que habían estado y cosas
que habían visto.”Mira estas montañas”
me urgió “las hemos cruzado, eran muy hermosas, pensamos que seguramente
íbamos a morir”
Mientras se iban recuperando me
pregunto cuanto me costaba llenar el deposito de mi furgoneta. Le dije que normalmente
eran unos setenta y cinco dólares.
¿Setenta y cinco dólares?
Si, respondí, asumiendo que pensaría
que era muy caro. ¿Cuánto costaría en El Salvador?
Ciento cincuenta, quizá doscientos.
¿Doscientos?¿dólares?¡joder!¿cuanto
os pagan la hora allí?
“Estaba ganando ocho dólares al día
en la construcción cuando me fui”
Cogí un lápiz e hice algunas
cuentas, después de largos cálculos determinamos tres cosas:
1- Ciento cincuenta o doscientos dólares por
deposito representan sobre veinte días de trabajo a ocho dólares el día.
2- Yo gano normalmente sobre quince dólares la
hora, que es sobre ciento veinte dólares al día.
3- Esto significa que un depósito de
gasolina de ciento cincuenta dólares
para un salvadoreño era tan difícil de pagar como un depósito de veinticinco
mil dólares lo seria para mí.
“Ese es el problema” dije
“Un problema muy serio”
asintió.”Unieron nuestra moneda al dólar, y todo se volvió increíblemente caro.
Es imposible vivir allí ahora mismo”
Me llamo una semana después desde la
casa de su primo en Utha, habían conseguido salir del desierto.
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