Ocupación. La
palabra nos trae a la mente imágenes de tanques rusos rodando por las calles
del este de Europa, o nerviosos soldados USA patrullando barrios hostiles el
medio este.
Pero no
cada ocupación es tan obvia. Algunas veces las ocupaciones funcionan durante
tanto tiempo que los tanques se hacen innecesarios. Se los puede devolver al
cuartel, tanto tiempo como las conquistadas recordemos que pueden volver en
cualquier momento – o comportarnos como si los tanques estuvieran todavía aquí,
olvidando porque lo hacemos.
¿Cómo
podemos reconocer una ocupación?. Históricamente, las gentes que hemos sido
conquistadas tenemos que pagar tributo a nuestro conquistador, o también
rendirles alguna clase de servicio. Un tributo es una suerte de alquiler que
los ocupados pagamos solo para poder vivir en nuestras propias tierras; y por
el servicio – Bien, ¿Cuáles son nuestras ocupaciones? Nosotras lo sabemos ¿Qué
ocupa nuestro tiempo? Un empleo, probablemente, o dos- o la preparación para
uno, la recuperación después de uno, o la busqueda de uno.
Necesitamos el empleo para pagar el alquiler o la hipoteca, entre otras cosas – pero,¿no fue el edificio donde vivo construido por gente tal y como yo, gente que tiene que trabajar para pagar su propio alquiler?.Lo mismo sirve para todos los otros productos por los que tengo que pagar y necesito ganar dinero para tenerlos – nosotras y otra gente como nosotras los fabricamos, pero tenemos que comprarlos a compañías como las que nos emplean, compañías que ni nos pagan todo el dinero que consiguen con nuestro trabajo ni venden sus productos al precio que les cuesta producirlos. Nos estafan en las dos direcciones.
Necesitamos el empleo para pagar el alquiler o la hipoteca, entre otras cosas – pero,¿no fue el edificio donde vivo construido por gente tal y como yo, gente que tiene que trabajar para pagar su propio alquiler?.Lo mismo sirve para todos los otros productos por los que tengo que pagar y necesito ganar dinero para tenerlos – nosotras y otra gente como nosotras los fabricamos, pero tenemos que comprarlos a compañías como las que nos emplean, compañías que ni nos pagan todo el dinero que consiguen con nuestro trabajo ni venden sus productos al precio que les cuesta producirlos. Nos estafan en las dos direcciones.
Nuestras vidas son territorio ocupado.¿Quien
controla los recursos en nuestra comunidad? ¿Quién le da forma al barrio y al
paisaje a su alrededor? ¿Quién decide nuestras actividades diarias, día tras día,
mes tras mes? Incluso si estamos auto-empleadas, ¿Somos nosotras las que
decidimos que tenemos que hacer para conseguir dinero? Imaginemos nuestra idea
de una felicidad absoluta perfecta, ¿no se parece sospechosamente a las utopías que vemos en
los anuncios?
No solo
nuestro tiempo, sino también nuestras ambiciones, nuestra sexualidad, nuestros
valores, nuestro sentido profundo de que significa ser humano- todo esto esta
ocupado, moldeado según las demandas del mercado.
Y nosotras
no somos el único territorio bajo control enemigo. La invisible ocupación de
nuestras vidas refleja la ocupación militar de áreas en los márgenes de esta
tierra conquistada, donde armas y tanques son todavía necesarios para reforzar
los derechos de propiedad de los magnates del robo y la libertad de las
corporaciones para comerciar a expensas de los habitantes locales hostiles-
algunas de las cuales todavía recuerdan como era la vida sin prestamos,
salarios o jefes.
No debemos
ser tan diferentes de ellas, a pesar de que hayamos crecido en cautividad. Quizá
en la oficina de nuestro jefe, o en la orientación laboral o en nuestras románticas disputas, cuando quiera que alguien esta tratando de mandar sobre nuestra
atención y nuestra atención no va a cooperar, nosotras hemos sido reprendidas para
estar preocupadas. Así es – alguna
parte rebelde de nosotras, sostenida con fantasías y soñando despiertas, todavía
alberga esperanzas de que nuestras vidas pueden ser de alguna manera algo más
que una ocupación.
Hay un
ejercito rebelde ahí fuera en los montes, conspirando para la abolición de la
esclavitud asalariada, tan seguro como que en cada sitio de trabajo hay
empleadas empezando una guerra de guerrillas olgazaneando, rateando,y
desobedeciendo- y podemos alistarnos también, sino lo hemos hecho ya. Pero antes
de empezar a trazar planes y afilar nuestras lanzas, vamos a mirar de más cerca
a aquello a lo que nos enfrentamos.
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