TRABAJO.
¿Qué es exactamente el trabajo? Podríamos definirlo como una
actividad que tiene por finalidad ganar
dinero. ¿pero no son trabajo también la labor de los esclavos y las practicas no pagadas? Podríamos decir
que es una actividad de acumula beneficios a partir de alguien, tanto si beneficia a la persona que la realiza, como si no.
Pero ¿significa eso que tan pronto como comenzamos ha hacer dinero con una
actividad, esta se convierte en trabajo incluso si antes era un juego? Quizá podamos definir trabajo
como la labor que nos quita más de lo que nos da, o que esta gobernada por
fuerzas externas.
O quizá
solo podemos entender que es el trabajo volviendo a mirar el contexto en el que
tiene lugar. En un mundo de diversidad
un hilo común nos conecta : Todas somos sujetos de la economía. Cristiana o
musulmana, comunista o conservadora, en Sao Paulo o en San Pedro, nosotras
probablemente vamos a pasar la mayor parte de nuestra vida negociando nuestro
tiempo a cambio de dinero, o haciendo que alguien lo haga por nosotras, o
sufriendo las consecuencias.
¿Qué otra
cosa podemos hacer? Si nos negamos, la economía seguirá hacia delante sin
nosotras, no nos necesita más de lo que necesita a cualquiera de los millones
que están ya desempleados, y no tiene sentido pasar hambre para nada. Podemos
enrolarlos en una cooperativa o comuna, pero todavía tendremos que enfrentarnos
a las mismas presiones del mercado. Podemos canvas, agruparnos y protestar en
beneficio de las obreras de las maquiladoras, pero incluso si tenemos éxito en
que se reformen algunas de sus condiciones laborales, ellas, como nosotras,
todavía tendrán que trabajar, tanto en fabricas como en las oficinas de una
ONG. Podemos salir por la noche enmascaradas y romper todos los escaparates de
las calles comerciales, pero al día siguiente tendremos que hacer nuestras
compras en alguna parte. Podemos ganar un millón de euros y todavía estar atascadas con nuestra
nariz en la rueda de molino tratando de mantener nuestra ventaja sobre cualquier otra
persona. Incluso cuando los obreros destruyen gobiernos para establecer utopías
comunistas, ellos acaban volviendo al trabajo – si tienen suerte.
Todo esto
hace fácil creer que el trabajo es inevitable, que no hay ninguna otra manera
en la que se puedan estructurar nuestras vidas. Esto es conveniente para los
que sacan mayor provecho de este arreglo: no tienen que probar que es el mejor
sistema si todas pensamos que es el único posible. ¿es de verdad así como
siempre a sido la vida?
Ahora, sin
embargo hasta el futuro de la economía es incierto.
Olvidémonos de la economía.
¿Qué pasa con nosotras?
Cuando la economía colapsa, políticos y eruditos se lamentan de las
consecuencias para la familia trabajadora media. Piden medidas de emergencia –
como dar millones de euros del dinero de los contribuyentes a los bancos que
causaron la crisis, exprimiendo a “la familia trabajadora media” en primer
lugar. ¿Qué esta pasando aquí?
Nos dicen
que nuestras vidas dependen de la economía , que merece la pena cualquier
sacrificio para mantenerla funcionando. Pero para la mayoría de nosotras,
mantenerla funcionando es siempre un
sacrificio.
Cuando la
economía se estrella, las compañías mineras dejan de volar montañas, promotores
dejan de talar bosques para construir oficinas y pisos , las fabricas
dejan de verter contaminantes a los ríos. El aburguesamiento se detendria por si mismo. Los
adictos al trabajo reconsideran sus prioridades. Las prisiones tienen que
liberar algunos prisioneros. La policía no puede comprar nuevas armas. Los
gobiernos no pueden permitirse arrestos masivos de manifestantes. Algunos
grupos consiguen retrasar desahucios de foreclosed casas.
Por
supuesto, miles más son obligados a dejar sus casas y pasar hambre. Pero el
problema no es que no haya casa o comida para todas – no es la crisis la que
causa esto, sino el hecho de que el sistema esta funcionando todavía. Mucho
antes del crash, la gente ya era desalojada de sus casas mientras edificios
enteros permanecían vacíos, y muchos pasaban hambre mientras se pudrían los
excedentes de alimentos. Si más gente pasa hambre durante las recesiones, no es
porque haya habido algún cambio material en nuestras capacidades productivas,
sino es simplemente un ejemplo más de cuan irracionalmente nuestra sociedad siempre distribuye los recursos.
Cuando los
obreras van a la huelga, podemos ver algunos de los mismos efectos que durante
la crisis. Quizá pasen hambre, pero también desarrollan un nuevo conocimiento
de su poder al conocerse unas a otras fuera de los constreñimientos de la grind
diaria. El resto de la sociedad descubre súbitamente que existen. Algunas veces
establecen nuevos proyectos colectivos y nuevas formas de tomar decisiones.
Ocasionalmente incluso toman el control sobre sus lugares de trabajo y los usan
para hacer cosas fuera de la lógica del provecho y la competición. Lo mismo
vale para las ocupaciones de los estudiantes.
Así quizá
la clave de asunto este en que crashes y huelgas no van lo suficientemente
lejos. So long as la economía dirige nuestras vidas, cualquier interrupción nos
va a golpear duramente, pero incluso si nada nunca fuera mal con ella, jamas
nos transportaría al mundo de nuestros sueños.
Y estemos o
no preparadas para el cambio, las cosas no van a seguir de este modo para
siempre ¿Quién puede todavía creer que estamos en el buen camino, cuando la polución
esta matando miles de especies y causando el deshielo de los casquetes
polares?. Entre calentamiento global y guerra nuclear, el capitalismo industrial
ha producido al menos dos formas diferentes de acabar con la vida en la tierra.
¡Esto no suena demasiado estable!
Si hemos de
sobrevivir otro siglo tenemos que reexaminar la mitología en la que se basa
nuestra actual forma de vida.
LA
MITOLOGIA DEL TRABAJO
¿Qué pasaría si nadie trabajara? Las maquiladoras se vaciarían
y las cadenas de montaje se detendrían, al menos aquellas que producen cosas
que nadie quiere hacer voluntariamente. Se acabaría el telemarketing .
Individuos despreciable que solo hold sway sobre otros a causa de su riqueza y
posición tendrían que aprender mejores habilidades sociales. Los atascos de
trafico llegarían a su fin, así como los vertidos de petróleo. Los billetes y
las solicitudes de empleo se usarían para encender los fuegos cuando la gente
volviera a compartir y barter . Hierba y flores crecerían en los rotos de las
aceras, haciendo sitio ocasionalmente a árboles frutales
Y todas podríamos morir de hambre. Pero no estamos
subsistiendo a base de papeleo o valoración de las actuaciones ¿verdad que no?
La mayoría de las cosas que fabricamos y hacemos por dinero son patentemente
irrelevantes para nuestra supervivencia – y, además, para lo que da sentido a
la vida.
El trabajo es necesario.
Esto depende de lo que queramos
decir con “trabajo”. Pensemos sobre cuanta gente disfruta cuidando su jardín,
pescando, haciendo labores de carpintería, cocinando, e incluso programando por
su propia satisfacción. ¿Qué si esta clase de actividades pueden proveernos de
todo lo que necesitamos?
Por cientos
de años, la gente a clamado que le progreso tecnológico liberaría pronto a la
humanidad de la necesidad de trabajar. Hoy tenemos capacidades que nuestras
antecesoras no podrían haber imaginado, pero aun así esas predicciones todavía
no se han vuelto realidad. En el estado español nosotras trabajamos realmente
más horas que las que solian hace un par de generaciones, los pobres para
sobrevivir, los ricos para competir. Otras buscan desesperadamente empleo,
disfrutando escasamente de la confortable leisure que todo este progreso
deberia proveer. A pesar de hablar de recesion y la necesidad de medidas de
austeridad, las corporaciones estan teniendo ganancias record, los más ricos
son más ricos que nunca, y enormes cantidades de mercancías son producidas solo
para ser arrojadas a la basura. Esta lleno de riqueza, solo que no es usada
para liberar a la humanidad.
¿Qué clase
de sistema produce abundancia y simultáneamente evita que nos aprovechemos de
ella? Los defensores del libre mercado argumentan que no hay otra opción – y
mientras la sociedad se siga organizando de este modo, no la habra.
Aun así,
erase una vez, antes de las tarjetas de fichar y las comidas energeticas, todo
se hacia sin trabajo. El mundo natural que proveia para nuestras necesidades no
habia sido todavia destruido y privatizado. Conocimiento y habilidades no eran
los exclusivos dominios de expertos titulados, mantenidos rehenes por caras
instituciones, el tiempo no estaba dividido entre tiempo productivo y tiempo
para leisure de consumo. Sabemos esto porque el trabajo se invento solo hace
unos cuantos miles de años, pero los humanos hemos estado por aquí desde hace
cientos de miles de años. Se nos dice que la vida era “solitaria, sucia, pobre,
embrutecida y corta” en aquellos tiempos – pero esta narrativa llega a nosotras
desde aquellos que stamped out esta forma de vida, no de aquellos que la
practicaron.
No hace
falta decir que tenemos que retornar a las forma en la que las cosas solían
ser, o que nosotras podemos – solo que las cosas no tienen que ser de la manera
como son ahora. Si nuestros distantes ancestros nos pudieran ver ahora,
probablemente se encantarían con algunas de nuestras invenciones y se horrorizarían
con otras, pero seguramente entrarían en shock al ver como las utilizamos.
Nosotras construimos este mundo con nuestro trabajo, y sin ciertos obstáculos, podríamos
seguramente construir uno mejor. Esto no significaría abandonar cualquier cosa
que hayamos aprendido. Solo significaría abandonar cualquier cosa que hayamos
aprendido que no funcione.
¿O quieres decir que alguien tiene que sacar
un provecho de mi actividad? Eso no me parece en absoluto necesario para mi.
El trabajo es productivo.
Malamente
podemos negar que el trabajo es productivo. Solo un par de miles de años de
ello y la superficie de la tierra se ha transformado dramáticamente.
Pero, ¿Qué
es exactamente lo que produce? Cubertería desechable a millones, portátiles y
móviles que estarán obsoletos en un par de años. Kilómetros de vertederos y
toneladas y toneladas de clorofluorocarbonatos. Fabricas que se oxidaran tan
pronto como la mano de obra sea más barata en otro lado. Contenedores de basura
llenos de sobreproducción mientras millones sufren malnutrición; tratamientos médicos
que solo los más ricos pueden permitirse; novelas, filosofías y movimientos artísticos
para los que la mayoría de nosotras no tenemos tiempo en una sociedad que
subordina los deseos a los beneficios y las necesidades a los derechos de
propiedad.
¿Y de donde
vienen todos los recursos para toda esta producción?¿que pasa con los
ecosistemas y comunidades que son saqueadas y explotadas para obtenerlos? Si el
trabajo es productivo, es incluso mucho más destructivo.
El trabajo
no produce mercancías partiendo del aire, no es un encantamiento. Rather, coge
las materias primas que necesita de la biosfera – un tesoro común que debería
ser compartido por todos los seres vivos – y los transforma en productos
animados por la lógica de los mercados. Para aquellos que ven el mundo en términos
de hojas de balance, es un progreso, pero el resto de nosotras no deberíamos
tomar su palabra para ello.
Capitalistas
y socialistas siempre han tomado como verdad absoluta que el trabajo produce
valor. Las trabajadoras tenemos que considerar una posibilidad diferente – que
el trabajo consume valor – Esa es la razón por la que los bosques y los
casquetes polares están siendo consumidos al mismo tiempo que las horas de
nuestras vidas: los dolores de nuestros cuerpos cuando volvemos del trabajo,
van en paralelo con el daño que estamos haciendo a escala global.
¿Qué deberíamos
estar produciendo si no son todas estas mercancías? Bien, ¿Qué tal felicidad en
si misma? ¿podemos imaginar una sociedad en la que el primer objetivo de
nuestra actividad sea sacar lo máximo de nuestras vidas, explorar sus
misterios, en vez de amasar riqueza o outflank competición. Por supuesto, podríamos
seguir produciendo cosas materiales en esa sociedad, pero no para competir o
aprovecharnos. Festivales, celebraciones, filosofía, romance, retos creativos, crianza,
amistad, aventura ¿podemos imaginar esto como el centro de nuestras vidas, en
vez de apretujarlo en nuestro tiempo libre?
Hoy las
cosas son completamente al contrario – nuestro concepto de felicidad esta
construido como un medio de estimular la producción.
No hay que sorprenderse si la acumulación de productos nos esta echando del
mundo.
El trabajo crea riqueza.
El trabajo no simplemente crea
riqueza donde solo había pobreza antes. Al contrario, so long enriquece a unos
a expensas de otros, el trabajo crea pobreza, también, en directa proporción con
el beneficio.
La pobreza
no es un condición objetiva, sino una relación producida por una desigual
distribución de los recursos. No existe nada parecido a la pobreza en las
sociedades que lo comparten todo. Puede haber escasez, pero nadie esta sujeto a
la indignidad de tener que apañárselas sin nada, mientras otros tienen tanto
que ni siquiera saben que hacer con ello. Como el provecho se acumula y el mínimo
nivel de riqueza necesario para ejercer influencia en la sociedad crece cada
vez más alto, la pobreza se convierte en más y más debilitante. Es una forma de
exilio – la forma más cruel de exilio, porque estas dentro de la sociedad al
mismo tiempo que eres excluida de ella. No puedes ni participar ni ir a ninguna
otra parte.
El trabajo
no solo crea pobreza al mismo ritmo que riqueza – concentra la riqueza en las
manos de unos pocos mientras extiende la pobreza en todas las direcciones. Por
cada millonario, un millón de personas debe vivir por debajo del umbral de la
pobreza, por cada multinacional, debe haber alguna nación explotada. Cuanto más
trabajamos, más beneficio es acumulado desde nuestro trabajo y más pobres somos
comparados con nuestros explotadores.
Así además
de crear riqueza, el trabajo hace a la
gente pobre. Esto esta claro incluso antes de que factorg ing todas las otras formas en las que el trabajo
nos hace pobres: pobres en independencia, pobres en tiempo libre, pobres en
salud, pobres en autoconcepto más allá de nuestras carreras y cuentas bancarias,
pobres en espíritu.
Por el amor de dios señores, no todos
podemos ser millonarios, eso podría ser simplemente inflation, hablando claro,
si alguien tiene que ser rico, entonces alguien tiene que ser pobre.
Tenemos que trabajar para poder vivir.
Tenemos que trabajar para poder vivir.
Las estimaciones del “costo
de la vida” son engañosas, tienen poco que ver con la vida, seria
más exacto el “costo del trabajo”, y no es nada barato.
Todo el mundo sabe lo que las
limpiadoras y los lavaplatos pagan por ser la columna vertebral de
nuestra economía. Todas las scourges de la pobreza, adicciones,
familias rotas, mala salud, son par for the course; las que
sobreviven a esto y de alguna manera están listas para empezar otro
nuevo día igual a tiempo son milagros del trabajo. ¡Pensemos en lo
que ellas podrían conseguir si fueran libres de aplicar ese poder en
cualquier otra cosa que no sea producir beneficios para sus
empleadores!
¿Qué pasa con sus empleadores,
afortunados de estar en una posición más alta de la pirámide?
Podríamos pensar que obtener un salario mayor significaría tener
más dinero y así más libertad, pero no es tan simple. Cada trabajo
entails costes ocultos: asi como un lavaplatos tiene que usar el
autobús para ir y volver al trabajo cada día, un ejecutivo a de
estar disponible para volar a cualquier sitio en cualquier momento
que sea requerido, a de mantener su pertenencia al club de campo para
sus reuniones informales de trabajo, a de poseer una pequeña mansión
en la que entretener a sus invitados a cenar that double as clientes.
Por eso es tan difícil para los trabajadores de clase media ahorrar
bastante dinero para retirarse mientras están en cabeza y salirse de
esta carrera de ratas: tratar de mantenerse al frente en la economía,
básicamente significa correr sin moverse del sitio. En el mejor de
los casos, avanzamos hasta un fancier treadmill, pero tendremos que
correr más deprisa para mantenernos en el.
Y estos costos meramente financieros
son los más baratos. En un estudio, gente de todos los estilos de
vida fueron preguntados sobre cuanto dinero necesitarían para vivir
la vida que deseaban tener; desde pobres hasta patricios, todos ellos
respondieron que aproximadamente el doble de lo que ganaban,
cualquiera que fuera ese importe entonces.
Así el dinero no es solo duro de
obtener, sino como cualquier otra droga adictiva, ¡cada vez es menos
y menos satisfactorio!. Y cuanto más arriba llegamos en la pirámide
de la jerarquía, más duramente hemos de luchar para mantener
nuestro sitio.
El rico ejecutivo debe abandonar sus
unruly pasiones y su conciencia, se tiene que autoconvencer de que
merece más que los desafortunados cuya labor provee para su
confort, debe smother cada uno de sus impulsos de cuestionar, de
compartir, de imaginarse a si mismo en otra situación, si no lo
hace, tarde o temprano será reemplazado por algún otro más
inmisericorde competidor. Ambos, trabajadores de cuello blanco o de
mono azul han de matarse por conservar los trabajos que los mantienen
vivos, es solo una cuestión de destrucción física y espiritual.
Estos son los costos que pagamos
individualmente, pero también hay un precio global a pagar por todo
este trabajo. Además de los costes medioambientales, están las
enfermedades laborales, los accidentes y las muertes: Cada año
matamos miles de personas para vender hamburguesas y seguros de salud
a los supervivientes. El mismo gobierno informa que mueren más gente
en accidentes laborales que en accidentes de trafico o atentados
terroristas mediáticos, y eso que no cuentan las muertes que se
producen por las enfermedades laborales. Sobre todo, más exorbitante
que cualquier otro precio, esta el costo de que nunca aprendamos como
dirigir nuestras propias vidas, de nunca tener la oportunidad de
responder o ni siquiera preguntar la cuestión de que hacer con
nuestro tiempo en este mundo si ello dependiera de nosotras. Nunca
sabremos a cuanto estamos renunciando por apostar por un mundo en que
la gente esta demasiado ocupada, es demasiado pobre o esta demasiado
apaleada como para preguntarse eso.
¿Por qué trabajar, si resulta tan
caro? Todo el mundo conoce la respuesta – no hay otra manera de
conseguir los recursos que necesitamos para sobrevivir, o por ese
asunto, para participar en la sociedad de algún modo. Todas las
antiguas formas de sociedad que hacían otras formas de vida posibles
han sido erradicadas – fueron eliminadas por conquistadores,
tratantes de esclavos, y corporaciones que no dejaron ni tribus, ni
tradiciones, ni siquiera un solo ecosistema intactos. Contrariamente
a la propaganda capitalista, los seres humanos libres no se
amontonarían en las factorías para su subsistencia si tuvieran
otras opciones, ni siquiera por zapatillas de marca o software.
Al trabajar, comprar y pagar nuestras
facturas, cada una de nosotras ayudamos a perpetuar las condiciones
que necesitan estas actividades. El capitalismo existe porque lo
invertimos todo en el: toda nuestra energía e ingenuidad en el
mercado, todos nuestros recursos en el supermercado y la bolsa, toda
nuestra atención en los medios. Para ser más precisa, el
capitalismo existe porque todas nuestras actividades diarias son
capitalismo. Pero ¿Seguiríamos reproduciéndolo si sintiéramos que
tenemos otras opciones?
“Es un tipo de país lento” dijo
la reina. “Aquí y ahora, como ves, tienes que correr lo más
rápido que puedas para mantenerte en el mismo sitio. Si quieres
llegar a algún lado tienes que correr el doble de rápido”
“Prefiero no intentarlo” dijo
Alicia.
El trabajo es un camino de
autorrealización.
Al contrario, en vez de permitir a la
gente alcanzar la felicidad, el trabajo cuida de la peor forma de
auto negación.
Obedecer a los maestros, jefes, las
demandas del mercado – por no mencionar leyes, expectativas
paternas, escrituras religiosas, normas sociales – somos
condicionadas desde la infancia para poner nuestros deseos en espera.
Seguir las ordenes se convierte en un reflejo inconsciente, sea o no
sea lo mejor para nuestros intereses, delegar (deferring) en expertos
se convierte en nuestra segunda naturaleza.
Vender nuestro tiempo, en lugar de
hacer cosas por nuestra propia voluntad, asi empezamos a evaluar
nuestras vidas sobre la base de cuanto podemos obtener a cambio de
el, no sobre que obtenemos con y de el. Como esclavas por cuenta
propia, hawking nuestras vidas, hora a hora, pensamos de nosotras
mismas que cada una tiene su precio, el conjunto de estos precios
constituyen nuestra medida de valor. En este sentido, nos convertimos
en mercancías, de igual modo que la pasta de dientes o el papel
higienico. Lo que antes fue un ser humano es ahora un empleado, del
mismo modo que lo que antes fue un cerdo es ahora mortadela. Nuestras
vidas desaparecen, gastadas como el dinero por el cual las
mercantilizamos.
A menudo nos acostumbramos tanto a
renunciar a cosas que son preciosas para nosotras, que el sacrificio
se convierte en la única manera de expresar que nos preocupamos
sobre algo. Nos martirizamos por ideas, causas, amor de unas a otras,
incluso cuando se supone que nos van a ayudar a encontrar la
felicidad.
Hay familias, por ejemplo, en las que
la gente muestra afecto compitiendo para ver quien renuncia a más en
favor de los otros. La gratificación no solo se retrasa, sino que es
passed on de una generación a la siguiente. La responsabilidad de
finalmente disfrutar de toda esta felicidad presumiblemente acumulada
durante años de trabajo desagradecido (toil) es transferida a los
niños, aunque cuando ellos lleguen a cierta edad, si quieren ser
vistos como adultos responsables, tienen que empezar a trabajar a
toda maquina.
Pero esta locura (buck) se ha de
detener en alguna parte.
Si el trabajo duro fuera una cosa
tan maravillosa, seguramente los ricos se lo habrian guardado todo
para si mismos.
El trabajo fomenta la
iniciativa.
La gente trabaja duro hoy en
día, eso es seguro. Conectar acceso a los recursos con la eficiencia
del mercado ha causado una producción y progreso tecnológico sin
precedentes. Verdaderamente, el mercado a monopolizado el acceso a
nuestras propias capacidades creativas de tal manera que mucha gente
no solo trabaja para sobrevivir sino también para tener algo que
hacer. Pero ¿Qué clase de iniciativa es la que genera entonces?.
Volvamos al calentamiento global, una
de las peores crisis que enfrenta el planeta. Después de décadas de
negación, políticos y hombres de negocios finalmente han entrado en
acción para hacer algo al respecto. ¿Y que están haciendo? ¡Buscar
maneras de hacer dinero con ello¡ Derechos de emisión, carbón
“limpio”, firmas de inversión “verdes” - ¿Quién cree que
estas son las más efectivas maneras de cortar la emisión de gases
invernadero? Es irónico que una catástrofe creada por el consumismo
capitalista pueda ser usada para crear spur más consumismo, pero
rebela mucho sobre la clase de iniciativa que el trabajo fomenta. Que
clase de persona, enfrentada con el objetivo de evitar el fin de la
vida en la tierra, pregunta: ¿Bien, pero que saco yo de esto?
Si todo en nuestra sociedad a de estar
dirigido al beneficio para tener éxito, esto no debe ser iniciativa
después de todo, sino algo distinto. Tomando la iniciativa en serio,
instalando nuevos valores y nuevos modos de comportamiento – esto
es impensable para cualquier empresario, así como lo es para su más
listless empleado - ¿No será que el trabajo – alquilar nuestros
poderes creativos a otros, ya sean jefes o clientes – realmente
destruye iniciativa?
La evidencia de esto va más allá de
los lugares de trabajo.
¿Cuánta gente que no pierde jamás
un día de trabajo es incapaz de llegar a tiempo al ensayo de su
banda? No podemos estar al día con nuestro club de lectura pero
siempre vamos a la universidad con los deberes hechos; las cosas que
realmente queremos hacer con nuestras vidas, acaban siempre al final
de la lista de cosas por hacer. La capacidad para cumplir con
nuestras obligaciones se convierte en algo fuera de nosotras mismas,
asociada con castigos y recompensas externas.
Imaginemos un mundo en el que
cualquier cosa que la gente hiciera, la hiciera porque quieren,
porque están personalmente interesadas en llevarlas a cabo. Para
cualquier jefe que a luchado para motivar a sus indiferentes
empleados, la idea de trabajar con gente que esta igualmente
implicada en los mismos proyectos suena utópica. Pero esto no es la
prueba de que nada puede hacerse sin jefes ni salarios, es solamente
la constatación de cómo el trabajo nos quita saps iniciativa.
El trabajo da seguridad.
Supongamos que nuestro trabajo
nunca nos daña, envenena o enferma. Demos también por garantizado
que la economía no colapsa llevándose consigo nuestro trabajo y
nuestros ahorros, y que nadie que a obtenido un peor trato que
nosotras, consigue robarnos o dañarnos. Todavia no podemos estar
seguras de que no vamos a ser victimas de un ERE. Hoy en día, nadie
trabaja para la misma empresa toda su vida; trabajamos en algún
sitio algunos años hasta que nos echan por alguien más joven y más
barato o deslocalizan el trabajo. Podemos rompernos la espalda para
demostrar que somos las mejores en lo nuestro y aun así acabar en la
calle con una mano delante y otra detrás.
Tenemos que contar con que nuestros
empleadores tomaran shrewd decisiones así podrán abonar nuestra
nomina – no pueden just fritter Money away o simplemente no tienen
dinero para pagarte. Pero nunca sabemos cuando esta shrewdness se
volverá contra nosotras: las personas de las que dependes para tu
obtener el dinero para tu vida diaria no estad donde estad
precisamente debido a su sentimentalismo. Y si somos autónomas
probablemente ya sabemos lo fickle que el mercado puede ser también.
¿Qué puede proveer seguridad real?
Quiza ser parte de una comunidad a largo plazo en la cual la gente se
preocupa unas de otras , una comunidad basada en el apoyo mutuo en
vez de los incentivos economicos. ¿Y cual es uno de los principales
obstáculos para crear una comunidad asi hoy? El trabajo.
Carrera: (Ke-rir´)v.
–intr. Moverse rapido y en una incontrolada manera con una
direccion especifica. El coche salio a la carrera
partiendo el quitamiedos y cayendo al barranco.
El trabajo enseña responsabilidad.
¿Quién ejecuta la mayor parte de las
injusticias de la historia? Empleados. Esto no necesariamente
significa que sean responsables por ello – como suele ser lo
primero que nos dicen.
¿Recibir un sueldo nos absuelve de
responsabilidad sobre nuestras acciones? Trabajar parece albergar la
impresión de que así lo hace. La defensa de los genocidas “yo
solo cumplía ordenes” ha sido el himno y la coartada de millones
de empleados. Esta voluntariedad de dejar la conciencia en la puerta
del trabajo – ser de hecho un mercenario – contiene la raíz de
la mayoría de los problemas que infectan nuestras especies.
La gente también ha hecho cosas
horribles sin ordenes – pero no tantisimas cosas horribles. Se
puede razonar con una persona que esta actuando por si misma, ella
reconoce que puede ser responsable por sus acciones. Los empleados en
cambio, pueden hacer cosas inimaginablemente estupidas y destructivas
mientras se niegan a pensar en las consecuencias.
El problema real, por supuesto, no es
que los empleados se nieguen a asumir responsabilidades por sus
acciones – es el sistema económico que hace el tomar
responsabilidades tan prohibitivamente caro.
Empleados
vierten basura toxica en ríos y océanos
Empleados
matan vacas y hacen experimentos con monos
Empleados
tiran a la basura toneladas de comida
Empleados
estan destruyendo la capa de ozono
Vigilan
cada movimiento en camaras de seguridad
Te
desahucian cuando no pagas el alquiler
Te
encarcelan cuando no pagas tus impuestos
Te
averguenzan cuando no haces tus deberes o llegas tarde al trabajo
Introducen
información sobre ti en los archivos de la policia y las empresas
Te
multan por exceso de velocidad y requisan tus cosas
Administran
examenes estandarizados, centros de detencion juvenil e injecciones
letales
Los
soldados que conducian a la gente a las camaras de gas eran empleados
Igual
que los soldados que ocupan ahora Irak, Afganistán o el que toque
después.
Igual
que los terroristas suicidas que los tienen como objetivos- Son
empleados de Dios , que esperan ser pagados con el paraíso.
Pero,
yo tengo una hipoteca.
¡Esto es suficiente¡
¡Tenemos que pagar por
nuestro propio camino, incluso si eso significa hacerlo a expensas de
otra gente¡
Cualquier otra cosa seria
suicida, irresponsable, un pecado ante Dios, una traición a nuestros
pobres padres, una bofetada en la cara de todos esos pobres bastardos
que no tienen otra elección, y una violación de los términos de
nuestra libertad condicional, por no mencionar que para hacerlo
debemos ser unos niños mimados con un colchón económico de
protección.
¡Ahora
vuelve con los demás y vuelve al trabajo!
Seamos claras sobre esto,
criticar el trabajo no significa rechazar la labor, el esfuerzo , la
ambición o el compromiso. No significa pedir que todo sea divertido
y fácil. Luchar contra las fuerzas que nos obligan a trabajar es un
duro trabajo. La pereza no es la alternativa al trabajo, aunque puede
ser un subproducto byproduct de el.
El
verdadero asunto es simple: Todas nosotras merecemos obtener el
máximo de nuestro potencial de la manera que creamos adecuada, para
ser las dueñas de nuestros propios destinos. Vernos obligadas a
vender esto para sobrevivir es trágico y humillante. No
tenemos que vivir así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario