domingo, 26 de agosto de 2012

Herencia.



La propiedad todavía pasa de una generación a otra de la manera en que el reinado lo hace. La riqueza no podría permanecer distribuida tan desproporcionadamente si no se fuera concentrando a través de generaciones. Capitalistas autoproclamados a menudo dicen que han ganado todo lo que poseen, pero nunca a sido una competición justa.
La herencia precede al capitalismo por miles de años como método para mantener la desigualdad. Es una de las más antiguas instituciones del patriarcado, sus orígenes están probablemente imbricados con la invención de la propiedad privada. El matrimonio es una de las instituciones sancionadas por el estado que contribuyen a la consolidación de la propiedad vía herencia. En los debates sobre la legalización de los matrimonios del mismo sexo, el asunto es abordado como cultural o religioso, cuando de hecho es también económico.
En la Europa feudal, cuando cada propietario de tierras era una especie de pequeño príncipe, el hijo mayor solía heredar todo las posesiones, pues si se repartía en pequeños territorios serian más fácilmente conquistados por sus vecinos. Esto forzaba a los hijos más jóvenes de los ricos a perseguir carreras en el gobierno, la iglesia, los negocios o el ejercito, y más tarde la conquista y colonización de nuevos continentes al otro lado del mar. Con el paso del tiempo, estas instituciones vinieron a determinar el flujo del capital tanto como la herencia. Pero esto simplemente significa que hay muchas maneras de producir y profundizar las desigualdades, y todas estas se refuerzan entre ellas.
El dinero y la propiedad no son las únicas cosas que la gente hereda. Las familias ricas transmiten habilidades sociales y redes de influencias, acentos y vocabularios, apellidos influyentes y relaciones con las instituciones – una universidad privada que recibe considerables donaciones esta más predispuesta a aceptar a los descendientes de antiguos alumnos, no importa lo zoquetes que sean. Así como chicos blancos ricos pueden heredar todas estas ventajas y además los privilegios de los blancos, los personas de otras razas heredan los efectos a largo plazo de la esclavitud y la segregación, con sus ancestros siendo aterrorizados y desposeídos y sus familias luchando para competir en una sociedad racista. Lo mismo funciona para los hijos de las minorías, los refugiados o los llamados ilegales, todos ellos explotados y excluidos.
No es sorprendente que los padres quieran hacer todo lo que puedan para proveer para sus descendientes. La cuestión es si la mejor manera de hacer esto es reproduciendo un sistema que reparte la riqueza tan injustamente. Transmitiendo sus riquezas a la siguiente generación, los ricos también pasan el peligro de que otros pueden ganar esas riquezas. Dejan a sus herederos un mundo en que todos tienen que luchar para competir o enfrentarse a la pobreza, un mundo de trabajo.

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