La propiedad todavía pasa de una
generación a otra de la manera en que el reinado lo hace. La riqueza
no podría permanecer distribuida tan desproporcionadamente si no se
fuera concentrando a través de generaciones. Capitalistas
autoproclamados a menudo dicen que han ganado todo lo que poseen,
pero nunca a sido una competición justa.
La herencia precede al capitalismo por
miles de años como método para mantener la desigualdad. Es una de
las más antiguas instituciones del patriarcado, sus orígenes están
probablemente imbricados con la invención de la propiedad privada.
El matrimonio es una de las instituciones sancionadas por el estado
que contribuyen a la consolidación de la propiedad vía herencia. En
los debates sobre la legalización de los matrimonios del mismo sexo,
el asunto es abordado como cultural o religioso, cuando de hecho es
también económico.
En la Europa feudal, cuando cada
propietario de tierras era una especie de pequeño príncipe, el hijo
mayor solía heredar todo las posesiones, pues si se repartía en
pequeños territorios serian más fácilmente conquistados por sus
vecinos. Esto forzaba a los hijos más jóvenes de los ricos a
perseguir carreras en el gobierno, la iglesia, los negocios o el
ejercito, y más tarde la conquista y colonización de nuevos
continentes al otro lado del mar. Con el paso del tiempo, estas
instituciones vinieron a determinar el flujo del capital tanto como
la herencia. Pero esto simplemente significa que hay muchas maneras
de producir y profundizar las desigualdades, y todas estas se
refuerzan entre ellas.
El dinero y la propiedad no son las
únicas cosas que la gente hereda. Las familias ricas transmiten
habilidades sociales y redes de influencias, acentos y vocabularios,
apellidos influyentes y relaciones con las instituciones – una
universidad privada que recibe considerables donaciones esta más
predispuesta a aceptar a los descendientes de antiguos alumnos, no
importa lo zoquetes que sean. Así como chicos blancos ricos pueden
heredar todas estas ventajas y además los privilegios de los
blancos, los personas de otras razas heredan los efectos a largo
plazo de la esclavitud y la segregación, con sus ancestros siendo
aterrorizados y desposeídos y sus familias luchando para competir en
una sociedad racista. Lo mismo funciona para los hijos de las
minorías, los refugiados o los llamados ilegales, todos ellos
explotados y excluidos.
No es sorprendente que los padres
quieran hacer todo lo que puedan para proveer para sus descendientes.
La cuestión es si la mejor manera de hacer esto es reproduciendo un
sistema que reparte la riqueza tan injustamente. Transmitiendo sus
riquezas a la siguiente generación, los ricos también pasan el
peligro de que otros pueden ganar esas riquezas. Dejan a sus
herederos un mundo en que todos tienen que luchar para competir o
enfrentarse a la pobreza, un mundo de trabajo.
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