domingo, 26 de agosto de 2012

Produccion.


            El trabajo produce muchas cosas –vienes materiales, información, organización, practicas culturales, significados en si mismos. Sobre todo, el trabajo produce trabajadores y capitalistas, generación tras generación. La función de la producción no es simplemente producir mercancías, sino reproducir las estructuras sociales y las relaciones de poder que engendran la necesidad de trabajar. En una palabra, el trabajo produce valor en vista de reproducir valores.
            El capitalismo es indiscutiblemente productivo; los incentivos y atractivos del libre mercado fuerzan innovaciones y producciones más grandes incluso. Pero esto puede ser engañoso. La producción no hace aparecer los productos de ninguna parte; transforma tiempo, energía, y materias primas en mercancías. Esto es verdad incluso para los productos intangibles como los nuevos programas de ordenador. Aunque las mercancías así producidas tienen un valor de mercado, el tiempo, la energía y las materias primas hubieran sido mucho más valiosos según otros criterios en sus forma original: los árboles son más valiosos en su ecosistema antes de que sean transformados en correo basura, así como una programadora podría preferir pasar la tarde con su hija en los bosques. La producción es una manera de describir el proceso por el cual todo es incorporado a la economía: la privatización del mundo entero, árbol a árbol, hora de trabajo a hora de trabajo, idea a idea, genoma a genoma.
            Esto no quiere decir que la producción capitalista no produzca nunca productos que podrían ser deseables fuera de su lógica. Nuestra sociedad produce un tremendo excedente más allá de lo que necesitamos para sobrevivir; mucho de esto toma la forma de herramientas útiles, lujos disfrutables, expandiendo el conocimiento del cosmos. Pero estos productos funcionan también como símbolos de estatus, estableciendo jerarquías y estratificando el poder- esto explica la ropa de diseño y las casas de veraneo que permanecen vacías la mayor parte del año. Esto sirve para hacer concretas las desigualdades producidas socialmente.
            La siempre creciente producción puede oscurecer las disparidades de poder resultantes. En 1911, solo los muy ricos tenían automóviles; para 2011 había aproximadamente un coche de pasajeros por cada once personas alrededor del mundo. Si medimos la calidad de vida estrictamente en términos de acceso a los bienes materiales, alguna de la gente debería estar mejor ahora. Aunque tener que sentarse en el coche para ir y volver al trabajo o hacer la compra no es exactamente una mejoría para la gran mayoría; siendo testigos del retorno de las clases medias a las áreas urbanas densas donde los coches son menos esenciales. La clase que en 1911 tenia automóviles hoy tiene aviones privados, y todos esos vehículos están contaminando la atmósfera a una velocidad sin precedentes- mientras que la gente que más sufre las consecuencias de todo esto  todavía no pueden permitirse coches.
            Si la constitución esencial de la vida humana no es controlar el mundo material sino los significados producidos socialmente y las relaciones, toda esta producción extra esta fuera de lugar. Desde el momento que la riqueza y el poder están distribuidos desigualmente, el incremento de la producción solo puede ofrecer limitadas ventajas a la mayoría; a medida que tienen proporcionalmente menos que decir en sociedad, realmente las cosas se están poniendo peor para ellos.
            La producción se esta extendiendo cada vez más profundamente dentro de las vidas de los trabajadores. Cuando imaginamos como era la producción en el siglo XIX , imaginamos un trabajador llevando a cabo sus ordenes con su cuerpo. Las trabajadoras de la actualidad a menudo tienen que enfocar en sus obligaciones mente, cuerpo y alma, hasta que se convierten en indistinguibles de ellas. Puede que no produzcan productos en absoluto, sino atenciones, datos, moda, tendencias; si trabajan en el entretenimiento o simplemente son unos urbanitas modernos, tienen que vender su propia imagen, nunca finalizando su jornada laboral.
            La línea entre la producción y el consumo se esta difuminando a medida que nuevos sectores de la economía absorben el completo ser del trabajador hacia el objetivo de producir valor. Por ejemplo, al actualizar su perfil online, un estudiante añade contenido a Internet al mismo tiempo que produce riqueza para la empresa que vende anuncios online.
            Mucha de esta producción cultural e informativa no recibe ningún pago, aunque todavía ayuda a canalizar los beneficios hacia los capitalistas. Hubo un tiempo en que los periodistas podían obtener trabajos pagados en periódicos de pequeñas ciudades, ahora estos periódicos están siendo expulsados fuera del negocio por bloggers que trabajan gratis. De igual modo, las bandas alternativas solían ser capaces de producir sus propias grabaciones y venderlas con un beneficio modesto; ahora, si quieren que alguien vaya a verlos tocar, tienen que pagar de su bolsillo para grabar las canciones que colgaran gratis en Internet, esencialmente mostrando directamente sus maquetas directamente al público en vez de a compañías de discos corporativas. Todo este contenido gratis añade valor a Internet en si misma, llenando los bolsillos de magnates de la tecnología como Bill Gates o Steve Jobs, que venden los medios para acceder a ella. Desde el momento que los capitalistas controlan los medios para producir bienes materiales, la libre distribución de información puede realmente exacerbar las divisiones sociales a su favor, erosionando a las clases medias en las industrias de información y entretenimiento.
            Formas “libres” de producción están siendo también explotadas, como el crowdsourcing, en los que voluntarios del público general resuelven problemas y mejoran productos. Ambos, la libre distribución y la producción voluntara son perfectos para una era de alto desempleo, en la que son necesarias ambas, para aplacar a las que no tienen trabajo y hacer uso de ellos. Es posible que en un futuro, el trabajo voluntario pueda funcionar cada vez más como una parte del capitalismo en vez de cómo una oposición a el, a medida que la elite rica comfia en un basto cuerpo de trabajadores temporales y desempleados para mantener la dependencia de estos y su poder sobre ellos. Lo más insidioso de todo, este trabajo gratis parecerá que beneficia al publico en general en vez de a la elite.
            Irónicamente, la producción y producción libre pueden parecer la marca de fabrica de cualquier practica anticapitalista. Pero para que esto pueda traer  nuevas relaciones de poder, tenemos que deshacernos de la propiedad privada del capital.

Un apéndice de carne de una maquina de hierro.

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