La economía da nueva forma al terreno
físico y social a su imagen y semejanza: silicon valleys, ciudades
del motor, repúblicas bananeras. Borra la distinción entre natural y
sintético: un campo de cereal transgenico en los Monegros no es más
natural que un vertedero de escombros en Barcelona. Unifica el
espacio mientras produce nuevas particiones en su interior.
La metrópolis en la que nuestra
historia tiene lugar es cada metrópolis, lo que es lo mismo
que decir que solo hay una metrópolis. Las rosas cogidas en
plantaciones rurales de Ecuador, son vendidas el mismo día a un
yuppi en Manhattan; una actuación de un DJ en una discoteca de
Barcelona, es retransmitida simultáneamente en Johannesburgo.
Noticias, modas e ideas son transmitidas instantáneamente alrededor
del mundo; cada ciudad esta poblada por turistas y refugiados de cada
otra ciudad. La gente gastamos más tiempo comunicándonos a través
de cientos de kilómetros de lo que lo hacemos hablando con nuestros
vecinos. La distancia física entre personas de distintas ciudades
esta dejando paso a la distancia social entre personas en la misma
ciudad.
Las fronteras nacionales están
convirtiéndose en cada día más obsoletas como marco para entender
la economía. Una ya no puede por más tiempo distinguir entre
economía local y economía global, si eso fue algún día posible.
La mayoría de la riqueza de las multinacionales esta comprometida
con sus holdings internacionales, una tarea sencilla puede ser
deslocalizada de NewYork a Mumbai; una idea procedente de Argentina
genera beneficios en Finlandia. El mundo ya no esta formado por
distintos territorios físicos o instituciones políticas; es un mar
de relaciones interconectadas que, como el viento, el
agua, y las corrientes subterráneas no se someten a fronteras
imaginarias.
Y aun así, aunque las fronteras
nacionales no la pueden bloquear, la economía impone constricciones
reales en estas relaciones. Hoy las fronteras significativas no son
las horizontales dibujadas entre regiones, sino las verticales
dividiéndonos en estratos sociales, que se implementan por todos los
lados en vez de en individuales puestos fronterizo. Esto divide las
metrópolis en diferentes zonas de privilegio, determinando el acceso
a los recursos y el poder. Estas zonas pueden encontrarse en
cualquier lugar : un inmigrante indocumentado limpia la casa de un
parlamentario socialista por un salario ridículo e ilegal; guardias
portan armas en las puertas de un caro hotel en Nueva Delhi en el que
se alojan hombres de negocios europeos, justo al lado de barrios de
chabolas.
El trabajo da forma al
mundo a su imagen y semejanza.
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