domingo, 26 de agosto de 2012

Reformismo.

             Los movimientos obreros de principios del siglo XX fueron pacificados con las reformas en el trabajo y los sindicatos burocráticos.  Aquellos que persistieron llamando a la revolución, fueron señalados en cazas de brujas anticomunistas. Los movimientos de resistencia contra la dictadura de Pinochet en Chile ayudaron a forzarle a renunciar al poder, pero después de la transición democrática los renegados que siguieron luchando contra las políticas económicas que les habían impuesto, fueron reprimidos sin piedad por sus antiguos compañeros disidentes.  Después de una facción del movimiento para la defensa de los derechos de los animales en USA virara a promover el consumo vegano, la otra fue el objetivo un montón de medidas represivas incluida la legislación específica contra los movimientos de liberación animal.
            Cada vez que la gente representa un desafío formidable para algún aspecto del sistema capitalista, una versión del mismo guion se representa. Los defensores del status quo aplacan a algunos de sus adversarios, entonces ya no tienen que detenerse ante nada para destrozar a aquellos que no se resignan. Así la oposición se divide en dos con una mezcla de seducción y violencia, y el orden gobernante se reconstituya para incluir una porción de los antiguos disidentes mientras el resto son suprimidos.
            Cuando se les da esta elección, las más sensatas se apresuran en llegar a un compromiso en vez de arriesgarse a sufrir toda la fuerza de la represión. Irónicamente, esta opción se convierte en sensata principalmente porque la mayoría la elige. Una vez que la masa critica opta por negociar una tregua, todos menos los más intratables se apresuran a unirse como ratas abandonando un barco que se hunde. Aquellas que no, las que insisten en librarse de la opresión y la explotación en vez de reconciliarse a sí mismas con grados menores de estas, son criminalizadas por nuevas leyes, campañas de escarnio público y ataques sin piedad.
            Y aun así a menudo los reformistas deben las concesiones que reciben a aquellas que no se resignan. Socialdemócratas y reaccionarios alegan que la confrontación y la resistencia deslegitiman la disensión, pero de hecho son las que fuerzan al estado a legitimar a los reformistas.   El movimiento por los derechos civiles de la población negra nunca habría ganado sus objetivos sin la amenaza implícita que representaban militantes como Malcolm X y después los Panteras Negras. Los defensores de las reformas obtienen sus avances y galardones, mientras sus antiguas camaradas son asesinadas o encarceladas, verdaderamente, estos avances y galardones,  están garantizadas con la condición de que permanezcan en silencio mientras los rebeldes son destrozados y expulsados de la historia. Esto les da a las generaciones subsecuentes una impresión falsa de como ocurren los cambios sociales, implicando que solo se pueden conseguir suplicando a los poderosos a través de los correctos canales institucionalizados.
            A través de este proceso, los remanentes  de los viejos movimientos de resistencia se entrelazan con el viejo orden gobernante, esto puede hacer las cosas verdaderamente complicadas. Por ejemplo, el Congreso Nacional Africano, que fue una vez uno de los más duros oponentes de apartheid sudafricano, ahora gobierna el país, presidiendo sobre unas desigualdades económicas comparables a la segregación racial a la que un día se opusieron. Muchos que marcharon tras la bandera del CNA debido a sus políticas revolucionarias todavía los apoyan hoy aunque las hayan abandonado. Las comunidades que todavía permanecen en conflicto con el gobierno sudafricano se encuentran enfrentados con sus antiguos aliados.
            Así la pacificación se puede iniciar desde sectores insospechados o asumir formas sutiles. No es siempre fácil distinguir cuando aquellos que claman oponerse al status quo, no están en realidad defendiéndolo.
            Uno de los factores principales de la neutralización de los movimientos de resistencia potencial es la financiación. Aquellas que desean cambiar las cosas tienen que obtener recursos de alguna parte. Cuando prácticamente todo es propiedad privada, esto significa competir en el mercado, buscar donaciones, o apoderarse recursos abiertamente.  La última opción es difícil de sostener, y no es difícil ver como las dos primeras pueden ajustarse a los intereses de algunos grupos. Así es como los ricos pueden ejercer una influencia desproporcionada sobre los movimientos de cambio social mediante una financiación selectiva.
            Las estructuras a través de las que esta financiación se distribuye datan de tiempos aún menos democráticos. Su objetivo era aplacar a los pobres y a los inquietos mientras le daban forma a la sociedad según sus intereses. La filantropía tiene una larga historia como tratamiento sintomático de enfermedades sistémicas. Hasta nuestros días, las donaciones que se transforman en deducciones de impuestos, ofrecen a los ricos una manera de controlar a la agencia tributaria a la vez que usan su dinero para fines “caritativos”, como becas artísticas, o fundaciones conservadoras, que principalmente benefician a los de su clase.
            La mayoría de la financiación va a organizaciones conservadoras, equipándolas para trabajar en tándem con el gobierno, las sucursales de las empresas de medios de comunicación, y otras instituciones para mantener el statu quo y la ilusión de que ha sido libremente elegido.  Además, algo les gotea a grupos que defienden la búsqueda del cambio social, aunque arrastran los compromisos de clase de sus financiadores con ellos. Las reformas buscadas por Greenpeace no cambiaran fundamentalmente nuestra sociedad con respecto al medio ambiente más que las reformas que promueve Pacma van a alterar la posición de los animales con respecto a los seres humanos. Las reformas de esta clase están principalmente dirigidas a tranquilizar las conciencias de  las clases medias  para las que ser socialmente responsable es una opción de consumo como cualquier otra.
            Lo mismo vale para las coaliciones antiguerra que se oponen a guerras en particular sin hacer nada contra las raíces que causan la guerras y las ocupaciones militares. Los servicios de orden controlando sus manifestaciones son un claro indicativo de que los organizadores todavía creen de todo corazón en el control de arriba a abajo. Así muchas organizaciones no gubernamentales simplemente sirven para gobernar la sociedad por otros medios, la mayoría de las ONG mejoran mínimamente un sistema basado en el beneficio y la explotación.
            Otros todavía siguen buscando un cambio real pero son sutilmente redireccionados durante el proceso de búsqueda de financiación.  Aquellos que dependen de las aportaciones tienden a enfocarse en aquello que podría impresionar a sus benefactores, incluso haciéndolo de una manera inconsciente.  En vez de cuidar lazos a pie de calle, establecen redes dentro de una clase de organizadores profesionales y filántropos, en vez de construir movimientos sociales autónomos, se concentran en construir legitimidad a los ojos de sus potenciales patronos.  Un proceso de selección natural se libra de las organizaciones que dependen de financiación y no se controlan por si mismas para encajar.  Esto refuerza la idea de que nadie está preparado para soluciones radicales, aunque aquellos que financian el sector sin ánimo de lucro, son escasamente representativos de la población en general. Los activistas de los grupos bien financiados miran a los pobres proyectos de revolucionarios con desprecio, e incluso confusión. ¿Por qué tendrían que actuar juntos? ¿Cómo esperan conseguir algo si ellas no están dispuestas a hacer la más mínima concesión?!Cielos!!Que poco prácticas son! ¿No saben que hay fundaciones literalmente regalando el dinero, simplemente sabiendo cómo comportarse?
            Algunos de estos activistas pueden pensar que están tomándoles el pelo a sus financiadores, redireccionando este dinero para propósitos subversivos. Quizá lo estén haciendo, pero no siempre está claro quien está engañando a quien. Estos activistas suelen ser a menudo tan inexpertos como apasionados, mientras que los que sueltan el dinero son profesionales entrenados con generaciones de memoria institucional para guiarlos. Puede ser un error pensar que no saben lo que están haciendo.
            Los grupos más radicales pueden todavía servir a un propósito dentro de la economía, por ejemplo aportando trabajo gratis. Los voluntarios son puestos de inmediato en su papel respondiendo a los peores efectos del capitalismo, como los sintecho o las mareas negras, y así estabilizan el sistema. Estos papeles pueden efectivamente poner en cuarentena a los radicales, haciendo que se encuentren con otros en el papel de víctimas en vez de como camaradas potenciales. Cambiar de buscar el cambio social a proveer servicios sociales, significa que podemos gastar una vida de trabajo tratando los síntomas sin hacer el más mínimo progreso contra las causas. Esto no hará del mundo un lugar mejor, pero tiene perfecto sentido como medio para obtener seguridad laboral.  Las crisis capitalistas engendran nuevos mercados y nuevos modelos de negocio, emergen desagradables relaciones simbióticas: por  ejemplo, el cambio climático ofrece literalmente oportunidades de trabajo y salarios a través de las ONG ecologistas.
            Incluso entre los que se comprometen a una lucha a lo largo de toda su vida, las organizaciones reformistas bien financiadas eventualmente los reabsorben con excepción de los más recalcitrantes. De esta manera sirven como red de protección final para evitar que esta gente dirija todo su potencial contra el sistema capitalista. ONG progresistas ofrecen trabajos a los más efectivos organizadores, ¿y que radical no necesita un trabajo, especialmente uno ético? Así los activistas que intentan hacer su carrera profesional de salvar el mundo, tienen que confinar sus esfuerzos autodirigidos a su tiempo libre, como pasatiempo.  Canalizando la mayoría de su tiempo y energía hacia su trabajo remunerado, eventualmente obtienen la impresión de que su trabajo pagado es más efectivo.
            Hablar de promover el “liderazgo” a menudo significa separar a los organizadores efectivos de sus camaradas y enseñarles cómo conseguir objetivos realistas, esto es, como internalizar las lógicas de la realidad capitalista.  Una vez que te ves a ti mismo como un líder, tiendes a ver a las elites de otros grupos como sus representantes legítimos: el portavoz prominente viene a representar al movimiento social. Las redes de líderes pueden crear juntos enormes coaliciones de manera que solo las elites envueltas acumulen el poder, esto es la acumulación de capital político.
            A medida que los nuevos líderes son “empoderados” subconscientemente adoptan sus propias experiencias de ganar influencia como modelo de lo que le progreso debe representar para cada uno de los demás: movilidad social, no la abolición de las desigualdades estructurales.  Pero la pirámide del activismo político no es diferente de cualquier otra pirámide, no hay suficiente espacio para todo el mundo en la cumbre.
            Así las mismas jerarquías contra las que estamos luchando reaparecen dentro de nuestra resistencia. A menudo son impuestas por la gente que habla más elocuentemente sobre resistencia, que aparecen como más cualificados para hablar sobre ella.  Algunas veces dichos líderes utilizan la retórica de resistencia a la opresión y el privilegio  para acallar las críticas y paralizar los movimientos de resistencia real. Cualquier cosa que amenace el capitalismo probablemente también represente una amenaza también para sus roles de liderazgo.

            En vista de todo esto, no es suficiente preguntarse  si una organización o campaña distribuye poder hacia abajo en la pirámide, incluso esto puede ser una manera de estabilizar al pirámide en sí misma. La cuestión a preguntarse es si contribuye a la destrucción de las estructuras que producen esta pirámide. El reformismo puede ser un paso hacia esto, pero puede ser tan fácilmente una manera de ponerle fin.

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