Los movimientos obreros de principios del
siglo XX fueron pacificados con las reformas en el trabajo y los sindicatos
burocráticos. Aquellos que persistieron
llamando a la revolución, fueron señalados en cazas de brujas anticomunistas.
Los movimientos de resistencia contra la dictadura de Pinochet en Chile
ayudaron a forzarle a renunciar al poder, pero después de la transición
democrática los renegados que siguieron luchando contra las políticas
económicas que les habían impuesto, fueron reprimidos sin piedad por sus
antiguos compañeros disidentes. Después
de una facción del movimiento para la defensa de los derechos de los animales
en USA virara a promover el consumo vegano, la otra fue el objetivo un montón
de medidas represivas incluida la legislación específica contra los movimientos
de liberación animal.
Cada vez que
la gente representa un desafío formidable para algún aspecto del sistema
capitalista, una versión del mismo guion se representa. Los defensores del
status quo aplacan a algunos de sus adversarios, entonces ya no tienen que
detenerse ante nada para destrozar a aquellos que no se resignan. Así la
oposición se divide en dos con una mezcla de seducción y violencia, y el orden
gobernante se reconstituya para incluir una porción de los antiguos disidentes
mientras el resto son suprimidos.
Cuando se
les da esta elección, las más sensatas se apresuran en llegar a un compromiso
en vez de arriesgarse a sufrir toda la fuerza de la represión. Irónicamente,
esta opción se convierte en sensata principalmente porque la mayoría la elige.
Una vez que la masa critica opta por negociar una tregua, todos menos los más
intratables se apresuran a unirse como ratas abandonando un barco que se hunde.
Aquellas que no, las que insisten en librarse de la opresión y la explotación
en vez de reconciliarse a sí mismas con grados menores de estas, son
criminalizadas por nuevas leyes, campañas de escarnio público y ataques sin
piedad.
Y aun así a
menudo los reformistas deben las concesiones que reciben a aquellas que no se
resignan. Socialdemócratas y reaccionarios alegan que la confrontación y la
resistencia deslegitiman la disensión, pero de hecho son las que fuerzan al
estado a legitimar a los reformistas.
El movimiento por los derechos civiles de la población negra nunca
habría ganado sus objetivos sin la amenaza implícita que representaban
militantes como Malcolm X y después los Panteras Negras. Los defensores de las
reformas obtienen sus avances y galardones, mientras sus antiguas camaradas son
asesinadas o encarceladas, verdaderamente, estos avances y galardones, están garantizadas con la condición de que
permanezcan en silencio mientras los rebeldes son destrozados y expulsados de
la historia. Esto les da a las generaciones subsecuentes una impresión falsa de
como ocurren los cambios sociales, implicando que solo se pueden conseguir
suplicando a los poderosos a través de los correctos canales
institucionalizados.
A través de
este proceso, los remanentes de los
viejos movimientos de resistencia se entrelazan con el viejo orden gobernante,
esto puede hacer las cosas verdaderamente complicadas. Por ejemplo, el Congreso
Nacional Africano, que fue una vez uno de los más duros oponentes de apartheid
sudafricano, ahora gobierna el país, presidiendo sobre unas desigualdades
económicas comparables a la segregación racial a la que un día se opusieron.
Muchos que marcharon tras la bandera del CNA debido a sus políticas
revolucionarias todavía los apoyan hoy aunque las hayan abandonado. Las
comunidades que todavía permanecen en conflicto con el gobierno sudafricano se
encuentran enfrentados con sus antiguos aliados.
Así la
pacificación se puede iniciar desde sectores insospechados o asumir formas
sutiles. No es siempre fácil distinguir cuando aquellos que claman oponerse al
status quo, no están en realidad defendiéndolo.
Uno de los
factores principales de la neutralización de los movimientos de resistencia
potencial es la financiación. Aquellas que desean cambiar las cosas
tienen que obtener recursos de alguna parte. Cuando prácticamente todo es
propiedad privada, esto significa competir en el mercado, buscar donaciones, o apoderarse
recursos abiertamente. La última opción
es difícil de sostener, y no es difícil ver como las dos primeras pueden
ajustarse a los intereses de algunos grupos. Así es como los ricos pueden
ejercer una influencia desproporcionada sobre los movimientos de cambio social
mediante una financiación selectiva.
Las
estructuras a través de las que esta financiación se distribuye datan de
tiempos aún menos democráticos. Su objetivo era aplacar a los pobres y a los inquietos
mientras le daban forma a la sociedad según sus intereses. La filantropía tiene
una larga historia como tratamiento sintomático de enfermedades sistémicas.
Hasta nuestros días, las donaciones que se transforman en deducciones de
impuestos, ofrecen a los ricos una manera de controlar a la agencia tributaria
a la vez que usan su dinero para fines “caritativos”, como becas artísticas, o
fundaciones conservadoras, que principalmente benefician a los de su clase.
La mayoría
de la financiación va a organizaciones conservadoras, equipándolas para
trabajar en tándem con el gobierno, las sucursales de las empresas de medios de
comunicación, y otras instituciones para mantener el statu quo y la ilusión de
que ha sido libremente elegido. Además,
algo les gotea a grupos que defienden la búsqueda del cambio social, aunque
arrastran los compromisos de clase de sus financiadores con ellos. Las reformas
buscadas por Greenpeace no cambiaran fundamentalmente nuestra sociedad con
respecto al medio ambiente más que las reformas que promueve Pacma van a
alterar la posición de los animales con respecto a los seres humanos. Las
reformas de esta clase están principalmente dirigidas a tranquilizar las
conciencias de las clases medias para las que ser socialmente responsable es
una opción de consumo como cualquier otra.
Lo mismo
vale para las coaliciones antiguerra que se oponen a guerras en particular sin
hacer nada contra las raíces que causan la guerras y las ocupaciones militares.
Los servicios de orden controlando sus manifestaciones son un claro indicativo de
que los organizadores todavía creen de todo corazón en el control de arriba a
abajo. Así muchas organizaciones no gubernamentales simplemente sirven para
gobernar la sociedad por otros medios, la mayoría de las ONG mejoran mínimamente
un sistema basado en el beneficio y la explotación.
Otros
todavía siguen buscando un cambio real pero son sutilmente redireccionados
durante el proceso de búsqueda de financiación.
Aquellos que dependen de las aportaciones tienden a enfocarse en aquello
que podría impresionar a sus benefactores, incluso haciéndolo de una manera
inconsciente. En vez de cuidar lazos a
pie de calle, establecen redes dentro de una clase de organizadores profesionales
y filántropos, en vez de construir movimientos sociales autónomos, se
concentran en construir legitimidad a los ojos de sus potenciales
patronos. Un proceso de selección
natural se libra de las organizaciones que dependen de financiación y no se controlan
por si mismas para encajar. Esto
refuerza la idea de que nadie está preparado para soluciones radicales, aunque
aquellos que financian el sector sin ánimo de lucro, son escasamente
representativos de la población en general. Los activistas de los grupos bien
financiados miran a los pobres proyectos de revolucionarios con desprecio, e
incluso confusión. ¿Por qué tendrían que actuar juntos? ¿Cómo esperan conseguir
algo si ellas no están dispuestas a hacer la más mínima concesión?!Cielos!!Que
poco prácticas son! ¿No saben que hay fundaciones literalmente regalando el
dinero, simplemente sabiendo cómo comportarse?
Algunos de
estos activistas pueden pensar que están tomándoles el pelo a sus
financiadores, redireccionando este dinero para propósitos subversivos. Quizá
lo estén haciendo, pero no siempre está claro quien está engañando a quien.
Estos activistas suelen ser a menudo tan inexpertos como apasionados, mientras
que los que sueltan el dinero son profesionales entrenados con generaciones de
memoria institucional para guiarlos. Puede ser un error pensar que no saben lo
que están haciendo.
Los grupos
más radicales pueden todavía servir a un propósito dentro de la economía, por
ejemplo aportando trabajo gratis. Los voluntarios son puestos de inmediato en
su papel respondiendo a los peores efectos del capitalismo, como los sintecho o
las mareas negras, y así estabilizan el sistema. Estos papeles pueden
efectivamente poner en cuarentena a los radicales, haciendo que se encuentren
con otros en el papel de víctimas en vez de como camaradas potenciales. Cambiar
de buscar el cambio social a proveer servicios sociales, significa que podemos
gastar una vida de trabajo tratando los síntomas sin hacer el más mínimo
progreso contra las causas. Esto no hará del mundo un lugar mejor, pero tiene
perfecto sentido como medio para obtener seguridad laboral. Las crisis capitalistas engendran nuevos
mercados y nuevos modelos de negocio, emergen desagradables relaciones
simbióticas: por ejemplo, el cambio
climático ofrece literalmente oportunidades de trabajo y salarios a través de
las ONG ecologistas.
Incluso
entre los que se comprometen a una lucha a lo largo de toda su vida, las
organizaciones reformistas bien financiadas eventualmente los reabsorben con excepción
de los más recalcitrantes. De esta manera sirven como red de protección final
para evitar que esta gente dirija todo su potencial contra el sistema
capitalista. ONG progresistas ofrecen trabajos a los más efectivos
organizadores, ¿y que radical no necesita un trabajo, especialmente uno ético?
Así los activistas que intentan hacer su carrera profesional de salvar el
mundo, tienen que confinar sus esfuerzos autodirigidos a su tiempo libre, como
pasatiempo. Canalizando la mayoría de su
tiempo y energía hacia su trabajo remunerado, eventualmente obtienen la
impresión de que su trabajo pagado es más efectivo.
Hablar de promover
el “liderazgo” a menudo significa separar a los organizadores efectivos de sus
camaradas y enseñarles cómo conseguir objetivos realistas, esto es, como
internalizar las lógicas de la realidad capitalista. Una vez que te ves a ti mismo como un líder,
tiendes a ver a las elites de otros grupos como sus representantes legítimos:
el portavoz prominente viene a representar al movimiento social. Las redes de líderes
pueden crear juntos enormes coaliciones de manera que solo las elites envueltas
acumulen el poder, esto es la acumulación de capital político.
A medida que
los nuevos líderes son “empoderados” subconscientemente adoptan sus propias
experiencias de ganar influencia como modelo de lo que le progreso debe
representar para cada uno de los demás: movilidad social, no la abolición de
las desigualdades estructurales. Pero la
pirámide del activismo político no es diferente de cualquier otra pirámide, no
hay suficiente espacio para todo el mundo en la cumbre.
Así las
mismas jerarquías contra las que estamos luchando reaparecen dentro de nuestra
resistencia. A menudo son impuestas por la gente que habla más elocuentemente
sobre resistencia, que aparecen como más cualificados para hablar sobre
ella. Algunas veces dichos líderes
utilizan la retórica de resistencia a la opresión y el privilegio para acallar las críticas y paralizar los
movimientos de resistencia real. Cualquier cosa que amenace el capitalismo
probablemente también represente una amenaza también para sus roles de
liderazgo.
En vista de
todo esto, no es suficiente preguntarse
si una organización o campaña distribuye poder hacia abajo en la
pirámide, incluso esto puede ser una manera de estabilizar al pirámide en sí
misma. La cuestión a preguntarse es si contribuye a la destrucción de las
estructuras que producen esta pirámide. El reformismo puede ser un paso
hacia esto, pero puede ser tan fácilmente una manera de ponerle fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario