domingo, 26 de agosto de 2012

Cuerpos y semejanzas.



En la era de la información, los individuos son tratados menos como cuerpos físicos que como ensamblajes de datos. Si vamos a poder mantener el gas conectado en nuestras casas depende más de nuestro historial de crédito que del dinero que realmente tenemos en nuestra cartera, dejando aparte cuanto frío tengamos; lo mismo funciona a la hora de subirnos a un avión, cruzar una frontera, alquilar un apartamento, o comprar una casa. Podemos ser hackeadas, editadas e incluso borradas; el robo de identidad a sustituido a los secuestros. Nuestras existencias de carne y hueso es un apendice inconveniente para los registros que tienen los doctores, corporaciones, escuelas, bancos y agencias del gobierno.
De este modo, las proyecciones de nosotras mismas que aparecen en las redes sociales no existen fuera de la economía, sino como extensiones de ella. Ya no más los curriculums son ya solo para los patrones – los hacemos para ligar y para hacer amigos también, y nuestros patronos consultan esos datos cuando les conviene.
Un facsimil del mundo entero esta siendo construido: patentes para el material genético, derechos de autor para ideas y obras de arte, registros de llamadas para las conversaciones, puntuaciones de test para el conocimiento, mp3 para las canciones. Todo esto ha sido cartografiado y codificado según las necesidades del mercado y las fuerzas que nos lo imponen. Y este facsimil esta sustituyendo otras formas de realidad: los niños juegan con interactivamente online con juegos comprados en vez de correr por los alrededores en el exterior; se destruyen ecosistemas para alimentar servidores de internet.
Esto se manifiesta también en los formatos que usamos para almacenar los datos. Por ejemplo: en el cambio a la tecnología digital, un infinito rango de variaciones es traducido a código binario. Convirtiendo una única señal en unos y ceros, dando la impresión de que cualquier cosa puede ser reducida a la suma de unidades intercambiables, de acuerdo con la misma lógica se cuantifica la riqueza material en euros. Desde el momento en que como tenemos que aplicar un precio en euros para las horas de nuestras vidas, el potencial humano en si mismo es tratado como si tuviera un valor abstracto de cambio.
Pero no todo es intercambiable; algunos cambios son caminos de una sola dirección. Podemos vender las horas de nuestras vidas por dinero, pero no podemos recuperarlas con el sueldo que recibimos. Podemos consumir representaciones de la experiencias que queremos tener, pero no es lo mismo que vivirlas. Podemos construir una imagen de nosotras mismas, pero hacer esto ocupa el espacio de otras formas de ser nosotras mismas – incluso si nos identificamos con nuestro expediente académico o nuestro historial de crédito, todavía tenemos que movernos a través de la vida como cuerpos de carne y hueso.
La noción de que todo es intercambiable se ha extendido por nuestra sociedad. Por ejemplo: algunos creen que la solución para el desorbitado aumento de la emisión de los gases de efecto invernadero es establecer un mercado de créditos de carbono y compensaciones, en los que los países y corporaciones compran y vendan el derecho a emitir dióxido de carbono. Esta política ve a los árboles individuales como intercambiables, talar las antiguas selvas esta bien siempre y cuando alguien se ocupe de reemplazarlas en algún lugar, incluso si su sustituto es un monocultivo industrial de árboles de rápido crecimiento en el otro lado del planeta.
Del mismo modo, algunos opinan que la transición de la impresión a los medios electrónicos es buena para el medio ambiente. Pero el deseo de proteger bosques individuales específicos tiene más en común con la vinculación a ciertos libros individuales que con la idea de que bibliotecas enteras pueden ser digitalizadas sin perdidas. Una base de datos no es lo mismo que una colección de libros. Cualquiera que no se de cuenta de esto esta mirando el mundo a través de las gafas de la abstracción, de la misma manera que lo hacen las compañías madereras.

Un apéndice de carne para una maquina de iones.

Como otros paradigmas pasados de moda, el anticuado materialismo se a convertido en el territorio de los muy ricos. El coleccionismo artístico, por ejemplo, es uno de los pocos campos en que los objetos individuales son todavía contemplados como poseedores de un valor intransferible: Un cuadro de un pintor famoso es considerado valioso como un objeto físico único, no solo como una composición estética reproducible.
Pero esta anticuado igualar avaricia con materialismo. Esta se ha convertido en abstracta, metafísica. La avaricia ya no es el deseo de poseer todo lo que en el mundo existe, sino la compulsión de reducirlo a significantes de estatus y control.

Tú eres tu identificación.
Protege tu propiedad
Protégete a ti mismo



Hace algunos años trabaje en un enorme complejo de invernaderos en el corazón de la industria conservera.
El ambiente dentro del invernadero estaba completamente controlado por ordenador, calentado con vapor y agua caliente por un sistema inmenso de calderas y tuberías y enfriado con ventiladores y persianas mecanizadas. Las matas de tomate crecían anormalmente largas, mantenidas por complicados sistemas de soporte vital. Se regaban automáticamente con goteo, enraizaban en sustratos artificiales, eran tratadas con químicos, alargadas e hinchadas con fertilizantes, colgadas de cuerdas, sus hojas podadas, y polinizadas por abejas que vivían en cajas de cartón, situadas aquí y allá como bloques de pisos en miniatura. Las colmenas se vaciaban inevitablemente de abejas a causa de los pesticidas; así que eran periódicamente reemplazadas por otras nuevas.
Usábamos llaves magnéticas, para entrar y salir del invernadero; una molesta alarma sonaba cada vez que la puerta estaba abierta demasiado tiempo. Cada empleado tenia una tarjeta de plástico para controlar el tiempo con la que tenia que fichar al principio y final de cada jornada de trabajo. Un cartel al lado de la maquina rezaba: No fichas, no cobras.
Teníamos pequeños controladores en bolsas selladas impermeables. Los llevábamos en el

No hay comentarios:

Publicar un comentario